sábado, 13 de marzo de 2010

* Otoño de Amor

I
Tus manos que antes jugaban ágiles como las liebres,
lozanas como una hoja en retoño,
Hoy tiemblan cual diminuto polluelo en el frío de la noche.
Marchitas y frágiles como las hojas de otoño,
hoy en tu otoño...

Pero, ¡que cálidas son, que suave acaricias aun!

Tu cuerpo que ayer se extendió sin pudor
sobre la hierba fresca,
a merced del sol y de mis caricias.
El tierno ropaje de tu piel, suave y perfumado
como una fruta recién cortada.
(desafiabas el tiempo y el espacio)

Tu cuerpo que era infinito,
hoy yace seco y quebradizo dentro de tu vestido,
como si el sol se hubiese airado en contra de tu lozanía
Y descargado todo su ardor contra tu piel.
Hoy caen de ti hojas marchitas de otoño...
Hoy en tu otoño...

Pero, ¡qué suave es tu cuerpo, que rico huele aun!

Tu mente veloz y brillante,
llena de detalles y luz,
de ideas claras y transparentes,
llena de sueños azules sin ocaso.

Tú mi lucida y clara cascada de manantial,
mi manantial de montaña
que me dejaste beber de ti, hasta saciarme
y quedar renovado y lleno de ti.
Hoy parece que, a través de ti han corrido
mil hojas e historias.

Ya tu cauce no es claro ni fresco,
ya tu agua no es de beber,
Hay muchas hojas secas en el fondo que formó el otoño.
Hoy en tu otoño...

Pero, que grata es a mi paladar tu agua,
¡Cómo me gusta aún renovarme en ti!
Ah! Mi eterna compañera,
mi antigua jovencita de verano,
hoy en tu otoño te miro y recuerdo tus mieles,

Te miro y pienso:
Aunque por fuera te ves otoñal dentro de ti brilla la primavera,
aunque tu cuerpo se vea marchito
Para mí sigue siendo como la piel de un durazno recién cortado,
rica y hermosa para mí.

Te miro y digo,
¡No has cambiado en realidad!
Aunque ya tu mente no desborda de ideas azules de mar,
eres tan clara como el alba,
y amo la manera en que recuerdas
y revives para mí
todos y cada uno de nuestros momentos de ayer,
Nuestras historias y aventuras.

Te miro,
y me miro en el espejo,
pues tu edad y madurez sólo se compara con la mía,
y yo ya no tengo el empuje de caballos briosos de ayer
y aún así tu me amas,

Hemos cambiado, lo sé,
Pero lo hemos hecho juntos y eso es lo que lo hace hermoso.

III
Ven,
Échate en la hierba conmigo de nuevo,
siente el sol y la brisa,
ríete fresca y hermosa,
juega con tu pelo de niebla, de día nublado,
camina y canta nuestras historias.

Sigamos contando y viviendo nuestro amor de siempre,
pues nada ha cambiado entre tú y yo,
sólo ha pasado el tiempo,
(sobre nosotros, no entre nosotros)
Y el tiempo te hace más bella, más mía.
Y el tiempo me hace más pleno, más tuyo.

El tiempo nos hace más uno.

¿para qué necesitamos
nuestros cuerpos de ayer?
si tenemos
Nuestras almas de siempre

No hay comentarios:

Publicar un comentario