viernes, 19 de marzo de 2010

* Hoy no quiero hacer poesia. (en proceso)

Hoy no quiero hacer poesía, ni verso, ni prosa.
No más palabras de amor que endulzan la mente.
Basta de líneas adornadas con sentimientos rosa;
hoy le cantare a lo feo, y que me perdone la gente.

Que se enteren de una vez, los poetas notan,
también lo negro, lo oscuro, lo triste de la vida.
Muertos de última página que nunca se agotan,
en la cama de papel del indigente de la esquina.

No! Definitivamente, hoy no quiero hacer poesía,
¿Que poesía voy a hacer si voy en-latada viajando
por esta puta ciudad de mal aliento y grosería,
Rodeada de soledades apretadas y sudando?

De un lado tengo macho genital empaquetado
que se acomoda con discreción en mi hombro,
del otro, sudoroso, emo adolecente disfrazado.
Sin más quedo, mirar al frente y respirar hondo.

Mi espalda se humedece, el calor trastorna.
Se baja el adolescente y me corro mi derecha,
dos gotas mas de aire busco al fin en la ventana.
Soleado, caliente y seco el aire… Voy desecha!

En infructuoso intento de huir de mi entorno,
me absorbe el ejercicio de mirar por la ventana.
Buscando refrescar mi alma, acaso encuentro,
mas tristeza y soledad en esta insípida mañana.

La niña vendiendo flores a transeúntes sin amores,
el malabarista adicto con su circo en el semáforo,
la mujer sola y sus tres niños paridos con dolores,
el hombre del cigarro, la mentira y los piropos.

Perro muerto en intento de cruzar lo intransitable,
olores que transmutan en humos, perfumes y alientos.
Tiendas y vitrinas, de modas repetidas e incomprables,
cloaca que corre por debajo del tarantín de alimentos.

A mi lado se siento una anciana, de años amontonados,
las líneas del tiempo surcaban implacables toda su piel,
lacerando cada centímetro de su cuerpo desgastado,
mapa de historias vividas, llenas de vacios y ayer.

Mire fijamente, su rostro de mujer manuscrito de añadas.
Sonrisa de paz, de horizonte, sueño azul y muerte lejana.
Hoy quiero hacer poesía, hacer verso y hacer prosa!
Exclamó, como presintiendo el sentir de mi alma solitaria.

Señaló, La promesa en la mirada de la niña que vende la flor,
la dignidad de la madre que brega el sustento de sus hijos.
La entrega del obrero porque en su casa lo espera su amor,
el joven de la enérgica protesta, la paciencia de los viejos.

Todo encierra el secreto del amor, aunque no sea color rosa.
Solo el poeta con su corazón valiente y puro alcanza a ver,
lo hermoso de lo feo, lo dulce de lo amargo, el dolor del placer
y todo convertirlo sin trabajo en poesía, en verso y en prosa!

La anciana me entregó el libro que en sus manos traía,
se bajo en la siguiente parada con su sonrisa de paz.
Conmovida vi la contratapa del libro mientras partía.
Era esa anciana la autora… Ana Rosetti, nadie más!

Hoy quiero hacer poesía, hacer verso, hacer prosa!
Quiero llenar de sueños azules y corales la mente.
Aunque la noche este triste y se marchite la rosa,
yo le cantare al amor y que me dispense la gente!

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